Diego y el Gran Resbalón (Cuento para vencer la vergüenza) Por Dr. Álvaro Albornoz
Diego era un niño de doce años
que adoraba jugar fútbol con sus amigos. Era rápido, astuto y soñaba con ser el
mejor delantero de su escuela. Pero un día, en el partido más importante del
torneo escolar, algo inesperado ocurrió.
El marcador estaba empatado, y
solo faltaban dos minutos para el final. Diego corrió hacia la portería con el
balón en sus pies, listo para anotar el gol del triunfo. Justo cuando se
preparaba para disparar, su pie resbaló en un charco de agua, y cayó al suelo
de manera aparatosa. El balón rodó fuera de la cancha, y con él, la oportunidad
de ganar el partido.
Un silencio invadió la cancha
antes de que se escucharan algunas risas entre el público. Diego sintió que su
rostro se encendía de vergüenza. Sus compañeros intentaron consolarlo, pero él
solo quería desaparecer.
Esa noche, en casa, Diego no
quiso hablar con nadie. Se encerró en su habitación y recordó una y otra vez el
momento en que cayó. Pensaba que todos se burlarían de él al día siguiente.
Su madre, al verlo tan triste, se
sentó a su lado y le dijo con una sonrisa:
—Diego, ¿te acuerdas de cuando
aprendiste a andar en bicicleta?
—Sí… —respondió Diego sin mucho
entusiasmo.
—Te caíste muchas veces, pero no
te diste por vencido. Cada vez que te levantabas, aprendías algo nuevo. ¿Por
qué crees que ahora es diferente?
Diego pensó en ello. Tal vez su
caída en la cancha no era el fin del mundo. Al día siguiente, regresó a la
escuela con la cabeza en alto. Cuando sus amigos mencionaron el resbalón, en
lugar de avergonzarse, él mismo se rió.
—¡Fue un gran resbalón, ¿verdad?!
—dijo con una sonrisa.
Para su sorpresa, en lugar de
burlas, recibió palmadas en la espalda y felicitaciones por su valentía al
seguir adelante.
Diego aprendió que los errores y
los momentos vergonzosos no lo definían. Lo importante era cómo los enfrentaba.
Desde entonces, cada vez que cometía un error, en lugar de esconderse, aprendía
de él y seguía adelante con una sonrisa.
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